Pero necesitamos referentes que nos ayuden a organizarnos y a dividir nuestra vida en etapas ... reales o artificiales. ¿O no? ¿Sería posible vivir sin estos referentes? ¿Sería más relajado no tener el tiempo marcado, periodo fijos, plazos determinados, ni fechas límite? ¿Sería? Creo que no ... por eso los creamos.
Y la realidad, macro y exterior a nosotros, el que el planeta que habitamos gire sobre su eje y alrededor del sol (con los cambios que implica a nivel de horas de luz/oscuridad y los cambios estacionales), el como vemos la luna (con las influencia que ejercen las faces en las mareas entre otras cosas) u otros astros, ya nos hacen vivir esos ciclos naturales. Podemos observar los momentos de florecimiento de las plantas o de apareamiento de los animales, así como las fases de desarrollo de todo ser vivo. Vemos también los cambios que se originan en los elementos sin vida, como la creciente o estiaje de los ríos, o la erosión de las rocas. ¿Es todo esto consecuencia del paso del tiempo? ¿o más bien es la causa de que tengamos conciencia y se nos haga evidente ese paso?
Y en nosotros, en micro y en nuestro interior, el propio latido de nuestro corazón, el que nos suene la barriga de hambre o el ciclo menstrual, son algunos ejemplos de "medida" de nuestro tiempo. Por no hablar de los otros síntomas inexorables del paso del tiempo, que notamos frente al espejo y ... que no son precisamente causa de alegría.
Y a través del tiempo, la ubicación y la cultura, cambia la medición que el hombre hace de ese tiempo, varía el "calendario" que se tiene como referencia. Hace 5,ooo años en las márgenes del Nilo, mediríamos el tiempo de una manera muy distinta que hace 2,500 años en Roma o a cómo lo hacemos en la actualidad. Actualmente, utilizamos el calendario gregoriano (que sustituyó al juliano) desde el siglo XVI. Todos estos cambios hacen tan relativa nuestra medición del tiempo a larguísimo plazo y nuestras "fechas históricas". Sabemos, por ejemplo, que Cristo (nuestro gran referente para medir el tiempo como punto de partida de nuestra era) no nació ni el año que se dice, considerando "año" como lo medimos hoy (sino unos antes) ni el día que se dice (que se impuso para combatir celebraciones paganas que coincidían con el solsticio de invierno en el hemisferio norte). Hay países que adoptaron este calendario hace relativamente poco, por ejemplo en Rumanía, en 1919, después del día domingo 31 de marzo vino el lunes 14 de abril; y 4 años después, en Grecia, el jueves 1 de marzo de 1923 vino después del 15 de febrero. ¿Se imaginan los efectos de eso, en un diario personal, en una publicación periódica o simplemente en la celebración de los cumpleaños?
Incluso hoy mismo, podríamos vivir en un lugar o cultura en la que nos guiáramos por el calendario chino, el hindú, el hebreo o el musulmán.
Pero toda esa relatividad ... en realidad no importa!
Celebramos felices la Navidad hace 5 días, e igual nos abrazaremos mañana felices a las 12 de la noche, deseándonos un FELIZ AÑO 2008.
Y la realidad, macro y exterior a nosotros, el que el planeta que habitamos gire sobre su eje y alrededor del sol (con los cambios que implica a nivel de horas de luz/oscuridad y los cambios estacionales), el como vemos la luna (con las influencia que ejercen las faces en las mareas entre otras cosas) u otros astros, ya nos hacen vivir esos ciclos naturales. Podemos observar los momentos de florecimiento de las plantas o de apareamiento de los animales, así como las fases de desarrollo de todo ser vivo. Vemos también los cambios que se originan en los elementos sin vida, como la creciente o estiaje de los ríos, o la erosión de las rocas. ¿Es todo esto consecuencia del paso del tiempo? ¿o más bien es la causa de que tengamos conciencia y se nos haga evidente ese paso?
Y en nosotros, en micro y en nuestro interior, el propio latido de nuestro corazón, el que nos suene la barriga de hambre o el ciclo menstrual, son algunos ejemplos de "medida" de nuestro tiempo. Por no hablar de los otros síntomas inexorables del paso del tiempo, que notamos frente al espejo y ... que no son precisamente causa de alegría.
Y a través del tiempo, la ubicación y la cultura, cambia la medición que el hombre hace de ese tiempo, varía el "calendario" que se tiene como referencia. Hace 5,ooo años en las márgenes del Nilo, mediríamos el tiempo de una manera muy distinta que hace 2,500 años en Roma o a cómo lo hacemos en la actualidad. Actualmente, utilizamos el calendario gregoriano (que sustituyó al juliano) desde el siglo XVI. Todos estos cambios hacen tan relativa nuestra medición del tiempo a larguísimo plazo y nuestras "fechas históricas". Sabemos, por ejemplo, que Cristo (nuestro gran referente para medir el tiempo como punto de partida de nuestra era) no nació ni el año que se dice, considerando "año" como lo medimos hoy (sino unos antes) ni el día que se dice (que se impuso para combatir celebraciones paganas que coincidían con el solsticio de invierno en el hemisferio norte). Hay países que adoptaron este calendario hace relativamente poco, por ejemplo en Rumanía, en 1919, después del día domingo 31 de marzo vino el lunes 14 de abril; y 4 años después, en Grecia, el jueves 1 de marzo de 1923 vino después del 15 de febrero. ¿Se imaginan los efectos de eso, en un diario personal, en una publicación periódica o simplemente en la celebración de los cumpleaños?
Incluso hoy mismo, podríamos vivir en un lugar o cultura en la que nos guiáramos por el calendario chino, el hindú, el hebreo o el musulmán.
Pero toda esa relatividad ... en realidad no importa!
Celebramos felices la Navidad hace 5 días, e igual nos abrazaremos mañana felices a las 12 de la noche, deseándonos un FELIZ AÑO 2008.