Es una sensación extraña, intrigante, impactante ... e inexplicable.
- Pase, si ... tome asiento, por favor ... fíjese, este ... si, acá en la tomografía ... este, vea ... hemos encontrado un ... tumor en su cabeza.
Estaba en la emergencia de la clínica a consecuencia de una fuerte colisión docente-educando (me había dado un gran cabezazo accidental con una alumna, auch!) y sentía que el mundo me daba vueltas ... y de pronto se detuvo bruscamente. - Está ubicado en la zona visual, me dijo el doctor. No eran buenas noticias ... mi hijita, mi esposo, mi papá internado con varios tumores en el cerebro, mi trabajo como profesora de artes visuales ... Todo empezó a dar vueltas otra vez. ¿Y más o menos de qué tamaño es?, decía mi tranquila voz (se veía como una arveja en la tomografía). - Como un limón, respondió el médico.
- Pase, si ... tome asiento, por favor ... fíjese, este ... si, acá en la tomografía ... este, vea ... hemos encontrado un ... tumor en su cabeza.
Estaba en la emergencia de la clínica a consecuencia de una fuerte colisión docente-educando (me había dado un gran cabezazo accidental con una alumna, auch!) y sentía que el mundo me daba vueltas ... y de pronto se detuvo bruscamente. - Está ubicado en la zona visual, me dijo el doctor. No eran buenas noticias ... mi hijita, mi esposo, mi papá internado con varios tumores en el cerebro, mi trabajo como profesora de artes visuales ... Todo empezó a dar vueltas otra vez. ¿Y más o menos de qué tamaño es?, decía mi tranquila voz (se veía como una arveja en la tomografía). - Como un limón, respondió el médico.
Muchas cosas pasaron luego: shock compartido con María Teresa que me acompañaba, llamar a Eric a contarle, ir al neurocirujano (que quería casi internarme ahí mismo para operarme) ... y luego, notas de fin de año, lindísima actuación de Erika para Navidad, visitas a mi papi cada día ... y a los 6 días, era Navidad y mi papi murió. Se fue tranquilo en un día en que supuso que su familia lo recordaría unida y festiva cada año. Y sin saber que nuestras cabezas, la suya y la mía, se" hacían bolas", siendo tan simples.
Contarle a mi familia, muchas citas con médicos, segundas y terceras opiniones, exámenes, controles y ... pensamientos sin parar. Mucho apoyo constante de Eric, muchas "mentiritas" a Erika para que no se angustie ... y la vida sigue girando.
Él estaba ahí y yo no sabía hace cuanto tiempo: mi limón. Me había avisado, y yo no le había hecho mucho caso. Varias convulsiones años atrás, cuando las tomografías arcaicas lo dejaban camuflarse, un ojo más chico que el otro (¿o el más grande era el equivocado?) que me hacían ver muy asimétrica en las fotos, y problemas de visión en los últimos meses, que yo atribuía al estrés. Y estaba ahí, ahora ya sabía exactamente donde. ¡Picarón!
Bueno, algo genial: "es bueno", no es maligno, eso es muy bueno! Lo que no debe hacer es crecer. Nada de limas o naranjas.
Puedo sentirlo y decidí que tiene su espacio ... pero que no ocupe más. Decidió asentarse ahí y bueno, puede estar, puedo alojarlo y podemos convivir, pero tranquilo. No hagas nada, sólo descansa, quédate quietito. Espero que entienda lo que le digo. ¿Entiendes limoncito?
Todo sigue para adelante ... la vida, los afectos, los proyectos. Mmmmm, no me hizo mucho caso. Creo que mi limón se aburrió y decidió moverse un poco. Algo pasó y se cerró un poco más mi visión. Eso no! Se puede dejar de hacer muchas cosas, pero ¿dejar de ver? No ver la sonrisa y los ojitos brillantes de mi hija, no ver el guiño de Eric ni las puestas del sol juntos desde la ventana ... no ver las caras de las personas que quiero, las margaritas en el jardín, las estrellas de noche, las pinturas y dibujos que disfruto. ¿Cómo es eso? ¿Es?
Bueno, ahora es momento de darle un mensaje más claro. Está bien. Seguirás ahí, no te sacaré de tu casa, pero no comerás, te exprimirás y así, sabiendo que aprenderemos la lección y serás más discreto, tendremos otra oportunidad de convivir sin molestarnos. Podemos hacerlo. Estaremos bien limoncito. Entiende el mensaje ... ¡por favor!!!
Pasan las luces del techo de los pasillos sobre mí, horizontal sobre ruedas, llego a la sala de operaciones. Profesionales y personas excelentes me acompañan en una increíble experiencia. Llegar por un huequito imperceptible en mi pierna derecha en un navegar por mis rojos ríos interiores hasta el puerto final, mi limón. Trátenlo bien, eh? Un limón que se veía muy guapo y con mucha presencia a través de la pantalla, adentro de mi coco tropical.
Lo que siguió fue literalmente alucinante. Relámpagos intensos que parecían no acabar, calor en mitad de la cara hasta imaginármela llena de ampollas con quemaduras de 3er grado, mi ojo a punto de saltar de su órbita y dar botes por la sala de operaciones, hincones intensos en las mejillas y mentón, ¿terminaría esta acupuntura indeseada?, mi lengua traccionada hasta salir a medio metro de mi boca ¿cómo es que no la veo?, y mi oído, el martillo bailando un zapateo acelerado con el yunque, cada vez más fuerte ¿van a parar?
Sólo un pensamiento, una instrucción hecha acción en mi cabeza, sin opción a error: no moverme ni un milímetro. Están adentro de mi cabeza, en el barrio de mi limón, estimulando el vecindario, no moverme, ni un milímetro. Sería fatal.
Si ... todo pasaba, venía, se sentía muy muy muy intenso y pasaba. Eran muchos mensajes para mi limón, en muchos idiomas, ¿los estás comprendiendo? Así, muy bien, quietito, en tu lugar, sin alimentarte demasiado, dieta estricta contra la obesidad (yo, solidariamente haré lo mismo, lo prometo), así te puedes quedar. Déjame seguir viendo el mundo ... quiero mirar todo, lo más que pueda, por mucho tiempo ... ojos, sonrisas, rostros, paisajes, mares, cielos, letras, líneas, colores, todo...
Gracias limón, me elegiste y te elegí. Compartimos años de nuestras vidas y seguiremos juntos. Hemos hecho un buen acuerdo y hay que cumplirlo. Gracias por lo que me enseñaste, por lo que me permitiste experimentar, valorar y revalorar de mi vida. Gracias porque sé ahora, con más certeza aún, que puedo vivir aprendiendo siempre, sin miedo y sin dejar de sorprenderme.
Cada refrescante limonada y cada exquisito pie de limón será en tu nombre, mientras tú estás cálidamente cobijado... acompañándome siempre.
Gracias, mi limoncito.
Contarle a mi familia, muchas citas con médicos, segundas y terceras opiniones, exámenes, controles y ... pensamientos sin parar. Mucho apoyo constante de Eric, muchas "mentiritas" a Erika para que no se angustie ... y la vida sigue girando.
Él estaba ahí y yo no sabía hace cuanto tiempo: mi limón. Me había avisado, y yo no le había hecho mucho caso. Varias convulsiones años atrás, cuando las tomografías arcaicas lo dejaban camuflarse, un ojo más chico que el otro (¿o el más grande era el equivocado?) que me hacían ver muy asimétrica en las fotos, y problemas de visión en los últimos meses, que yo atribuía al estrés. Y estaba ahí, ahora ya sabía exactamente donde. ¡Picarón!
Bueno, algo genial: "es bueno", no es maligno, eso es muy bueno! Lo que no debe hacer es crecer. Nada de limas o naranjas.
Puedo sentirlo y decidí que tiene su espacio ... pero que no ocupe más. Decidió asentarse ahí y bueno, puede estar, puedo alojarlo y podemos convivir, pero tranquilo. No hagas nada, sólo descansa, quédate quietito. Espero que entienda lo que le digo. ¿Entiendes limoncito?
Todo sigue para adelante ... la vida, los afectos, los proyectos. Mmmmm, no me hizo mucho caso. Creo que mi limón se aburrió y decidió moverse un poco. Algo pasó y se cerró un poco más mi visión. Eso no! Se puede dejar de hacer muchas cosas, pero ¿dejar de ver? No ver la sonrisa y los ojitos brillantes de mi hija, no ver el guiño de Eric ni las puestas del sol juntos desde la ventana ... no ver las caras de las personas que quiero, las margaritas en el jardín, las estrellas de noche, las pinturas y dibujos que disfruto. ¿Cómo es eso? ¿Es?
Bueno, ahora es momento de darle un mensaje más claro. Está bien. Seguirás ahí, no te sacaré de tu casa, pero no comerás, te exprimirás y así, sabiendo que aprenderemos la lección y serás más discreto, tendremos otra oportunidad de convivir sin molestarnos. Podemos hacerlo. Estaremos bien limoncito. Entiende el mensaje ... ¡por favor!!!
Pasan las luces del techo de los pasillos sobre mí, horizontal sobre ruedas, llego a la sala de operaciones. Profesionales y personas excelentes me acompañan en una increíble experiencia. Llegar por un huequito imperceptible en mi pierna derecha en un navegar por mis rojos ríos interiores hasta el puerto final, mi limón. Trátenlo bien, eh? Un limón que se veía muy guapo y con mucha presencia a través de la pantalla, adentro de mi coco tropical.
Lo que siguió fue literalmente alucinante. Relámpagos intensos que parecían no acabar, calor en mitad de la cara hasta imaginármela llena de ampollas con quemaduras de 3er grado, mi ojo a punto de saltar de su órbita y dar botes por la sala de operaciones, hincones intensos en las mejillas y mentón, ¿terminaría esta acupuntura indeseada?, mi lengua traccionada hasta salir a medio metro de mi boca ¿cómo es que no la veo?, y mi oído, el martillo bailando un zapateo acelerado con el yunque, cada vez más fuerte ¿van a parar?
Sólo un pensamiento, una instrucción hecha acción en mi cabeza, sin opción a error: no moverme ni un milímetro. Están adentro de mi cabeza, en el barrio de mi limón, estimulando el vecindario, no moverme, ni un milímetro. Sería fatal.
Si ... todo pasaba, venía, se sentía muy muy muy intenso y pasaba. Eran muchos mensajes para mi limón, en muchos idiomas, ¿los estás comprendiendo? Así, muy bien, quietito, en tu lugar, sin alimentarte demasiado, dieta estricta contra la obesidad (yo, solidariamente haré lo mismo, lo prometo), así te puedes quedar. Déjame seguir viendo el mundo ... quiero mirar todo, lo más que pueda, por mucho tiempo ... ojos, sonrisas, rostros, paisajes, mares, cielos, letras, líneas, colores, todo...
Gracias limón, me elegiste y te elegí. Compartimos años de nuestras vidas y seguiremos juntos. Hemos hecho un buen acuerdo y hay que cumplirlo. Gracias por lo que me enseñaste, por lo que me permitiste experimentar, valorar y revalorar de mi vida. Gracias porque sé ahora, con más certeza aún, que puedo vivir aprendiendo siempre, sin miedo y sin dejar de sorprenderme.
Cada refrescante limonada y cada exquisito pie de limón será en tu nombre, mientras tú estás cálidamente cobijado... acompañándome siempre.
Gracias, mi limoncito.