Tengo una serie de sentimientos encontrados en relación a la publicidad, que queriéndolo o no (nosotros, porque los que la hacen sí quieren), es parte de nuestra vida.
Entiendo que tiene como fin informarnos a las personas, a través de los medios de comunicación, sobre la existencia de bienes o servicios, para que los conozcamos, los recordemos y, sobre todo, los consumamos.
En principio me parece fatal. Algo así como utilizar cosas que admiro y me gustan (como la psicología, la antropología, la creatividad, el diseño, entre otras) para colaborar con el consumismo. Medios nobles con fines perversos. El arte del engaño. Puaj!
Pero, así y todo ¿podemos reconocer que hay buena publicidad??
Pienso en esto, a propósito del comercial de la sombrilla, con música pegajosa como chicle y una gran producción, pero con el que invariablemente me sucede lo que con otros ... tengo que esperar a que termine el comercial para recordar que publicita, pues mientras lo escucho pienso: ¿de qué era esto? ¿de radios? ¿helados? ¿ropas de baño? ¿de qué? Creo que definitivamente no es la idea del que publicita eso, debería recordar de inmediato de que producto se trata ¿no? Al menos eso creo, pero no me funciona con este comercial.
Muchas veces grabo capítulos de programas, en el ya arcaico sistema de VHS y al verlos, me salteo los comerciales. Creo que tampoco es la idea de los que hacen los comerciales.
Me doy cuenta que los dirigidos a niños funcionan bastante bien. Mi hija vive fascinada con todos los juguetes que publicita el Disney Chanel. Todo le parece lindo y lo "quisiera tener". Aún me funciona el argumento de "Amor, eso lo venden en Argentina, no acá. Te das cuenta de cómo hablan? el comercial es de Argentina, ¿ves?" La pobre crece deseando fervientemente esos juguetes maravillosos (así se ven) que no tendrá y con una idea sobredimensionada e idealizada (¿puede ser idealizada una idea?) de toooodo lo que hay en Argentina (-"mamá, y si cuando sea grande me caso con un chico argentino y me voy a vivir allá ... podré tener todo esos juguetes?" -"si, pero ... para tus hijitos" le contesto ... desinflándole la ilusión). Felizmente, muchas veces aflora su parte más simple y con mucho criterio me dice "en verdad no lo necesito, mamá" o "seguro que cuando lo ves de verdad no es tan bonito como se ve en la tele, ¿no?". La abrazo y me siento feliz de que no caiga en "la trampa", a pesar de todo.
No puedo dejar de pensar en ciertos anuncios publicitarios como muy creativos y artísticos, ni de disfrutar algunos que me parecen geniales e ingeniosos ... aún cuando jamás vaya a consumir aquello que publicitan. Y claro, recordar otros que marcaron época.
En principio me parece fatal. Algo así como utilizar cosas que admiro y me gustan (como la psicología, la antropología, la creatividad, el diseño, entre otras) para colaborar con el consumismo. Medios nobles con fines perversos. El arte del engaño. Puaj!
Pero, así y todo ¿podemos reconocer que hay buena publicidad??
Pienso en esto, a propósito del comercial de la sombrilla, con música pegajosa como chicle y una gran producción, pero con el que invariablemente me sucede lo que con otros ... tengo que esperar a que termine el comercial para recordar que publicita, pues mientras lo escucho pienso: ¿de qué era esto? ¿de radios? ¿helados? ¿ropas de baño? ¿de qué? Creo que definitivamente no es la idea del que publicita eso, debería recordar de inmediato de que producto se trata ¿no? Al menos eso creo, pero no me funciona con este comercial.
Muchas veces grabo capítulos de programas, en el ya arcaico sistema de VHS y al verlos, me salteo los comerciales. Creo que tampoco es la idea de los que hacen los comerciales.
Me doy cuenta que los dirigidos a niños funcionan bastante bien. Mi hija vive fascinada con todos los juguetes que publicita el Disney Chanel. Todo le parece lindo y lo "quisiera tener". Aún me funciona el argumento de "Amor, eso lo venden en Argentina, no acá. Te das cuenta de cómo hablan? el comercial es de Argentina, ¿ves?" La pobre crece deseando fervientemente esos juguetes maravillosos (así se ven) que no tendrá y con una idea sobredimensionada e idealizada (¿puede ser idealizada una idea?) de toooodo lo que hay en Argentina (-"mamá, y si cuando sea grande me caso con un chico argentino y me voy a vivir allá ... podré tener todo esos juguetes?" -"si, pero ... para tus hijitos" le contesto ... desinflándole la ilusión). Felizmente, muchas veces aflora su parte más simple y con mucho criterio me dice "en verdad no lo necesito, mamá" o "seguro que cuando lo ves de verdad no es tan bonito como se ve en la tele, ¿no?". La abrazo y me siento feliz de que no caiga en "la trampa", a pesar de todo.
No puedo dejar de pensar en ciertos anuncios publicitarios como muy creativos y artísticos, ni de disfrutar algunos que me parecen geniales e ingeniosos ... aún cuando jamás vaya a consumir aquello que publicitan. Y claro, recordar otros que marcaron época.